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domingo, 5 de junio de 2011

NEBLINA MORADA: El solitario filósofo

NEBLINA MORADA
El solitario filósofo
Irving Ramírez

¿Puedes sobrevivir en el mundo que enseñas
Podemos sobrevivir en el mundo que predicas?
Canción "Philosopher", Yelowstone and Voice


La nueva ley de la inmoralidad es la soledad. La figura del filósofo ese ser en peligro de extinción, se hace necesarísimo en estos tiempos oscuros y de incertidumbre. No hablaré de la filosofía, tampoco citaré a pensadores., me interesa esa figura extraña que funda un islote de preguntas a su alrededor. Lo que me impele a seguirlo es su tozudez para descifrar el mundo, para buscar sentido a todo, para solucionar los problemas que le plantea su época. Una canción formidable de los años setenta, “Filósofo”, de Yelowstone and Voice, hurga en el significado del ser que nació para abolir resistencias. Allí no se requiere ser profesional, o un erudito, más sí un intelectual y un persistente pensador de todo. La idea de un guía, que no un líder (denominación gastada por el neoliberalismo y mercantilizada al máximo), que oriente y deduzca con sus ideas, es un remanente en el mundo.

Filósofos serían (con perdón de irritar ortodoxias) Lennon, Trostky, Walter Benjamín, Jodorowski, Van Gogh. De hecho para mí, un filósofo cae más dentro del romántico que del pedante. Un humanista. La teoría en todo caso serviría para desterrar los miedos, no imagino alguien que elabore categorías nuevas todo el tiempo, y que base su vida en el discurso, como un anacoreta alejado y distante. Un solitario sí, por necesidad. Pero inmerso en sus ideas para compartirlas.

El filósofo en el mundo contemporáneo se confunde, se pierde entre el estruendo de los días. Es un ser desconocido, que debe superar esa barrera del saber impuesta por la academia, y que lo sojuzga en medio de teorías de otros, para reconquistar espacios vedados.

Partir del pasado para centrarse en lo nimio y cotidiano. Todo pensamiento nuevo lo aísla, todo carácter añejo lo necesita. Entender el mundo es su tarea, abrir esos caminos sin la abstracción de antaño, me parece, es el gran reto. La gente busca respuestas y sentidos, y una vía es la filosofía; los alejados de esta disciplina al acceder a ella, agradecen un cambio en sus vidas (lo sé por experiencia). Son llaves maestras, recovecos posibles. ¿Qué fue de los grandes filósofos en su tiempo? Se obstinaban en una misión que, a veces, los obligaba a subsistir entre penurias, y que restaba tiempo a otras actividades normales. La exigencia de pensar como una misión ineludible, pero con la encomienda de compartir era y ha sido y es el signo. El filósofo parece un alienado, y funge como un incomprendido a pesar de su importancia. Suele ser profesor, escritor, y su sino es ser oído. Otra cosa que me parece esencial es que el filósofo no solo participa de la razón, sino que debe o debería, potenciar sus sentimientos. La razón sí, pero regida por la intuición, por los afectos, por la dimensión emotiva y desgastar así el dogma de la razón pura. Conocer pero intuir pero sentir pero colocar en primer plano la ética y la dimensión humana con sus pasiones y deseos.

Sólo es solo este ser porque su radio de acción le permite abstraer su circunstancia para hallar razones y modos de influir en la realidad y hacérnosla asequible; y, eso me parece, supera los sistemas. El filósofo será un infinito anónimo que se sabe mortal y que anticipa los miedos e inseguridades de sus semejantes; les da un cauce digamos, o posibilidades de comprensión. A veces, hasta cura. Y eso no es poco para tanta indiferencia. Dejémosles en sus derivas y ajustes, que ellos noten que alguien seguramente los escucha. Pugnemos porque vuelvan a plantear preguntas, que es la mejor forma de responderlas. Que se acerquen a la condición humana, fuente de todo problema inexpugnable. Volvámonos sombra de sus sombra, y que nos den el rastro, para seguir solos, sus palabras.

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