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domingo, 21 de agosto de 2011

NEBLINA MORADA: Mis finales de novela

NEBLINA MORADA
Mis finales de novela
Irving Ramírez

La vida se acaba muchas veces, las novelas solo una. Es decir: cada historia nuestra sucumbe y reiniciamos el diálogo con nuestra historia en un continuo renacimiento, empero las novelas derrumban su escenario y nos dejan ese sabor de lo inconcluso, porque: ¿no hay más lugar para los héroes que el silencio? No obstante, en ese sello abrupto que puede ser un rumbo, o la invitación para recrear otra historia lejos en nuestra mente, para dejarse acompañar por esos lustros, y perseguir los pasos de quienes nos dieron tal desasosiego, hallamos el ardor por los finales esenciales, y algunas novelas coronan ese ruido amargo, ese sinsabor de la mentira. Estos son los míos, los que me deleitan para acompañar mis horas y mis sueños. En el fondo todos los finales laceran.

Los que me marcan, que recorro son estos…

Al Margen, Andre Pieyre de Mandiargues. “Riéndose a grandes carcajadas de si mismo y de su desdicha, coloca contra su pecho, en el lugar preciso, el corto cañón del arma, aprieta el gatillo, y así se destroza el corazón”.

Rayuela de Julio Cortázar:”La Maga tiene una vida personal, aunque me haya llevado tiempo darme cuenta. En cambio yo estoy vacio, una libertad enorme para soñar y andar por ahí, todos los juguetes rotos, ningún problema”.

El Cuarteto de Alexandria. Lawrence Durrel: Sí, un día me encontré escribiendo con dedos temblorosos las cuatro palabras (¡Cuatro letras! ¡Cuatro rostros!)con las que todo artista desde que el mundo es mundo ha ofrecido su escueto mensajea sus congéneres. Las palabras que presagian simplemente la vieja historia de un artista maduro. Escribí. “erase que se era”.
Y sentí que el universo entero me daba un abrazo.

La Montaña Mágica. Thomas Mann. “Hubo instantes en que surgió en ti un sueño d amor, lleno de presentimientos-sueño que gobernabas-fruto de la muerte y la lujuria del cuerpo. De esta fiesta mundial de la muerte, de este terrible ardor febril que incendia el cielo lluvioso del crepúsculo ¡se elevara algún día el amor?

Molloy. Samuel Beckett. No es este el problema, ¿es decir que ahora soy mas libre? No lo sé. Ya aprenderé. Entonces entre en casa y escribí. Es medianoche. La lluvia azota en los cristales. No era medianoche. No llovía.

Jardín Secreto. Francisco Tario. “pero esta vez ya no pudo ser, y debí perder el sentido. Y en tales circunstancias de aflicción y desventura, me vi obligado, esa mañana a abandonar y ya para siempre La Encina.

El Gran Gatsby. Scott Fitzgerald. Y así, seguimos, luchando como barcos contra la corriente, atraídos incesantemente hacia el pasado.

La Invención de la Soledad. Paul Auster. Encuentra otra hoja de papel. La coloca ante sí sobre la mesa y escribe estas palabras con su pluma:

Fue, nunca volverá a ser. Recuérdalo.

Ottilia Rauda. Sergio Galindo. Melquiades sonrió feliz. Más lo habría estado si hubiera sabido que al mismo tiempo iba a vengar la muerte de Monina.

La educación sentimental. Gustave Flaubert.

-Aquella fue la mejor aventura que corrimos -dijo Frederick.
-Sí, quizás aquellas fue la mejor aventura que corrimos -dijo Deslauriers.

Y el más memorable de todos, mi favorito con el que me identifico.

Papa Goriot. Honorato de Balzac. Rastignac dio algunos pasos hacia la parte alta del cementerio y vio Paris, tortuosamente extendió a lo largo de las dos orillas del Sena, donde comenzaban a brillar las luces. Sus ojos se clavaron casi con avidez entre la columna de la plaza Vendome y la cúpula de Los Inválidos, allí donde vivía aquel mundo esplendoroso en el que había querido introducirse. Lanzó sobre aquella colmena rumorosa una mirada con la que parecía gustar de antemano su miel, y pronuncio estas grandiosas palabras:

¡Ahora sí, Paris tú y yo frente a frente, nos veremos las caras!

Esto lo hizo después de enterrar a Papa Goriot y derramar una lágrima, siendo el único asistente puesto que ni sus hijas acudieron al sepelio. Allí enterró una vida, y tomó una decisión. Este final es un desafío, y es una prueba, y es un enterrar el pasado para atisbar el futuro: ¡genial!

Un final, en resumidas cuentas, es un comienzo de algo más. Y si se cierra un libro, se abre un capitulo nuevo en nuestra vida, con la enseñanza de la transformación y del arte.

Bueno, dejo mi pudor a un lado y meto dos mías: la inédita:

La mitad de la calle está en la lluvia:
Sentía emoción, estaba genuinamente vivo, y la sorpresa del furor del mundo me daba una sensación de sosiego. Así me sentía al menos, como alguien que permancería joven por siempre por la pura voluntad, por la pura ansia de eternidad. Había burlado el tiempo. Había dado un giro a la historia que él, el huésped etéreo melancólico sabía, de otra forma, hubiese sido desastrosa; y me preparaba para sortear la tormenta; como antes, como siempre; y a urdir esas tramas que esperaban el día.

Y la otra: Mi único sueño voluntario:
No te preocupes por mi, o por lo que pueda suceder, recuerda que tengo cerca el mar, que las noches limpian mejor que los recuerdos. Escribe y déjame descansar. No hay ruptura sin regreso, Y nosotros tuvimos la suerte de conocernos y encontrarnos, hay gente que nunca lo hace y vive la suerte equivocada. Nosotros pusimos la luz de nuestro lado, Idelfonso. Es tarde. Afuera todavía existen los asesinos. Cuídate. Y toma ese boleto a todas partes. Que nada te detenga. Suéñame. Porque el día nutre el descanso de tu frente querida y yo estaré allí cada vez que lo intentes.

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