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domingo, 3 de abril de 2011

Carta abierta a Fernando García Ramírez

Carta abierta a Fernando García Ramírez

Estimado Fernando:

Me tomo la libertad de redactar esta carta y dirigírtela porque no pude evitar notar que casi a partir que se dio la noticia del asesinato de Juan Francisco Sicilia, hijo de nuestro amigo y colega, el ya no poeta Javier Sicilia, y otras seis personas en la ciudad de Cuernavaca, tu actividad en la red social que muchos compartimos, facebook, se desvaneció en el silencio casi total. No es que me preocupe, pero hasta antes de esa malhadada ocasión, tú solías participar con una energía febril no sólo en tu propio muro, sino en el de muchos de nosotros, y muchos nos acostumbramos a verte como un generoso padre liberal que constantemente tiene y tenía que reconvenir a sus hijos virtuales en la red porque no saben comportarse en sociedad: dicen malas palabras en voz alta, comen con la boca llena, hacen ruido al masticar, eructan en la mesa, y cosas virtualmente por el estilo. Tu presencia siempre nos ha parecido a muchos necesaria, si bien no compartimos tu credo liberal –ya sabes, Fernando, cómo suelen (solemos) ser algunos hijos; no reconocemos nuestra herencia– porque tus señalamientos nos sirven de contraste para poder observar, o al menos intentarlo, la recta senda y no perdernos en el caos y el desorden a que nuestra adolecente edad nos hace proclives.

Recuerdo que, al menos en mi caso, la última vez que me reconviniste por abrir mi bocaza fue hace una semana, exactamente, cuando lleno de furia juvenil le exigí, virtualmente, a Jelipillo que se llevara su guerra de mierda a otra parte. Después de eso ya no volví (volvimos) a saber de ti. Ese mismo día empezó a circular por la red, en los muros de muchos de nosotros, peticiones de firmar una carta en protesta y de solidaridad con las víctimas del asesinato en Cuernavaca, incluido Javier Sicilia. Las actividades de protesta se multiplicaron tanto en el mundo virtual como en el real, e incluso a muchos nos llegó un correo originalmente enviado por Eduardo Hurtado, pidiéndonos firmar esa carta abierta que se publicó el pasado viernes 1° de abril por La Jornada. Y allí de nuevo me sorprendió no ver tu nombre.

Y no pude evitar preguntarme por qué razón no firmaste la carta. No es que tenga el atrevimiento de que nuestro padre liberal nos dé cuentas de qué hace o no, y por qué; hay cosas que un padre debe hacer y los hijos no tienen por qué exigir o pedir cuentas. Pero no dejó de tomarme por sorpresa. Busqué una respuesta en la más reciente edición de Letras Libres, y salvo un texto en los blogs de la Redacción (que no significan una toma de postura oficial de la revista) firmado por Eduardo Vázquez Martín y redactado en primera persona, no encontré nada que pudiera considerarse una reacción oficial de la revista.

Tal vez no te enteraste de las protestas populares (sí, ya sabemos que te desagrada esa expresión, pero qué se le va a hacer) porque los medios informativos que tú lees sí firmaron el acuerdo para la información que Iniciativa México propuso, y entre las medidas adoptadas allí está la de dimensionar los acontecimientos, y muy probablemente el periódico o periódicos que lees decidieron hacer eso: dimensionar las muertes: siete muertos en Cuernavaca contra doce mil en Japón, no vale ni la pena informarlo.

O tal vez estás (o están los liberales) más preocupado por las revueltas en Libia, por el posible derrocamiento de ese tirano malvado y sanguinario, antidemocrático, que no adopta el credo liberal y democrático hoy predominante en el mundo. Tal vez te recuerde la revolución de terciopelo en Praga, o el deseo de ver a un pueblo eliminar la dictadura que impide el cultivo de las virtudes occidentales del liberalismo y la economía de mercado. Allí sí se está escribiendo Historia, no como en Cuernavaca, o el DF. Sí eso podría ser.

En la carta se habla de “miembros de la comunidad cultural, académica y artística del país”, y me dije: tal vez Fernando no se sienta parte de ninguna de esas comunidades. Podría ser. Tal vez debieron incluir a la “comunidad liberal” para que así pudieras identificarte (o pudieran hacerlo otros) con alguna comunidad en particular y así asentar su firma. Sí, es posible. Pero hay varios amigos en común que comparten el credo liberal que profesas, o al menos que son cercanos al mismo, y que sí firmaron la carta.

Tal vez sea porque se trata de una carta donde hay de dulce, de chile y de manteca entre sus signatarios, y un buen padre liberal debe conservar la ecuanimidad y no mezclar todo tipo de aguas en un mismo balde, so pena de contaminar los recursos acuíferos de la familia. Si, podría ser eso.

Podría deberse también a que no compartes la visión crítica del periódico que publicó la carta. Sí, definitivamente, eso podría ser. ¿Cómo se atreven esos rojillos a no darle crédito al señor Presidente por lo que hace por todos nosotros, él, el impoluto –sea lo que sea que eso signifique?

O tal vez sea porque en el primer párrafo de la carta se habla “de la inoperante estrategia diseñada por el gobierno de México para combatir el narcotráfico y del fracaso de una guerra cuya verdadera naturaleza se quiere ocultar a través de diversas maniobras, como la de bautizarla con eufemismos destinados a velar la realidad”. Y es probable que tú no puedas signar una afirmación tan temeraria. Sí, sabemos que tú sí crees que la guerra contra el narco y la estrategia por la seguridad sí son operantes y efectivas, y que las muertes, por cuan dolorosas y terribles, son necesarias para llegar a la tierra prometida que el Moisés que nos guía conoce. Sí, eso podría ser. O tal vez para ti no se trata de una guerra, como dijo una vez ese profeta arrodillado llamado Carlos Marín.

O tal vez se deba a que el credo liberal propone actuar sosegadamente, sin la cabeza caliente, pensar las cosas con calma y ya serenados los ánimos, adoptar una postura pública. Tal vez el credo liberal impele a adoptar los tiempos que los espacios impresos permiten, y dado que Letras Libres sale una vez al mes, y los asesinatos sucedieron casi al finalizar el mes de abril, tendremos que esperar al próximo número, el de mayo, para saber la postura oficial de los liberales (o tal vez el lunes la revista publique algo en su versión electrónica). Sí, eso también podría ser. Aunque me pregunto, de manera retórica, por supuesto, si Octavio Paz habría actuado de esa forma.

Tal vez te solidarizaste con Javier Sicilia en privado y te pareció innecesario firmar la carta reproducida el viernes y hacer pública tu posición al respecto. La modestia liberal ha sido siempre una virtud mal entendida por la juventud revoltosa, lo sabemos.

O tal vez no lo hiciste porque no consultaste tu charola de correo electrónico, como muchos hacemos diariamente, ni viste el facebook, y no te enteraste. Pero incluso tu cuñado, José Emilia Pacheco, quien no forma parte de esta comunidad virtual, la firmó; tal vez no se tomó la molestia de preguntarte si tú ya la habías firmado. Misterious ways!!!

Cualquiera hayan sido las razones que te llevaron, Fernando, a guardar silencio ante los acontecimientos que indignan a una cada día mayor parte de la población (que de todas maneras es una minoría resentida y malagradecida, lo sabemos muy bien por las estadísticas que así lo demuestran), espero que entiendas estas graves efusiones de tus jóvenes hijos virtuales. Queremos que sepas que se te extraña en la vida virtual de las redes sociales. No te pedimos que nos des razón de tus actos, de tus palabras y de tus omisiones o ausencias. Sabemos que eres un buen padre virtual liberal que sólo busca lo mejor por sus rebeldes hijos virtuales.

Sólo esperamos que para cuando la comunidad liberal adopte una postura oficial, la correcta, lo sabemos, dentro de un mes, no sea demasiado tarde, y no haya más asesinados. Tus hijos virtuales iremos a la marcha del miércoles, y sabemos que no apruebas que seamos tan rejegos ni tan rebeldes, pero ya sabes lo que decía Edgar Alan Poe: la adolescencia es una enfermedad que se cura con la edad. Te prometemos mantener la cordura y no avergonzarte con nuestros actos.

Te saluda, afectuosamente,

José Manuel Recillas

2 comentarios:

  1. Estimado José Manuel:
    He seguido con interés tus actividades respecto a la poesía y, como te he señalado, en estos momento no tengo el tiempo suficiente como para integrar un consejo editorial de manera adecuada. Hoy he leído tu carta, de la que no tenía noticia, y he tomado la decisión de deslindarme de este proyecto porque las decisiones de cualquiera sobre firmar o no un desplegado son eso: decisiones personales. Promover o provocar una discusión a partir de un hecho tan lamentable como la muerte del hijo de Sicilia me parece poco ético. Te ruego que elimines mi nombre y mi fotografía de la página.
    Recibe un saludo,
    Malva Flores

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  2. Querido José Manuel:
    Te agradezco tu carta. Puntualizo. Mi ausencia en la red se debió a motivos personales –de trabajo y familiares- del todo ajenos a los sucesos públicos que conocemos. No me gusta el papel que me asignas en la red (el de padre liberal que reconviene a sus hijos) ya que sólo cumplo con la que creo mi obligación: escribir lo que pienso. No me enteré de la carta de Eduardo Hurtado y nadie me pidió que la firmara, recién la acabo de leer y aunque discrepo con un par de líneas, estoy de acuerdo con lo que dice y con gusto la hubiera firmado (como la firmó mi suegro, con quien no conversé sobre este asunto). Más adelante comentas que no has encontrado en Letras Libres una posición oficial sobre el asesinato del joven Juan Francisco Sicilia, aparte de la publicación en el blog de Letras Libres de un artículo de Eduardo Vázquez Marín. En Letras Libres no solemos adoptar posiciones oficiales sobre casi ningún tema, no somos proclives a las manifestaciones colectivas, creo que concebimos a la revista como un espacio que reúne voces independientes de personas autónomas. ¿Por qué esas voces independientes no han escrito sobre el hecho que mueve tu reflexión? No tengo la más remota idea. Solamente puedo hablar por mí mismo. He leído las notas del suceso. Y no lo entiendo. No entiendo sus móviles, no entiendo la situación, no tengo claro quién es el responsable de este crimen. Decir que es culpa de Calderón me parece una estupidez. No podría suscribir, sino con reservas, la simpleza que escribe Eduardo Hurtado cuando dice que la estrategia contra el narcotráfico se diseño “sobre las rodillas”. Leo las declaraciones de Javier Sicilia en Reforma y me parecen deplorables: pedir que el gobierno pacte con los narcos lo entiendo como la expresión desesperada de un padre que acaba de perder un hijo. Me parece que lo prudente es pedir que se esclarezca el asesinato y que se castigue a los responsables. Me parece que se debe presionar a los encargados de llevar esa investigación (en este caso a la nueva responsable de la PGR, que atrajo el caso).
    Creo que los grupos criminales actúan en dos frentes, el armado y el propagandístico, mediante el primero intentan ganar y dominar territorios y con el segundo intentan infundir miedo en la población. Asistimos, movidos por el miedo, a una aberrante inversión de valores. A Julio Scherer, antaño un periodista de valía, le parece natural que su odio a Felipe Calderón lo llevé a abrazar a un narcotraficante. A mí me parece aberrante. Esa inversión la advierto en una gran cantidad de mensajes y textos sobre la muerte del hijo del poeta Sicilia. Y no puedo compartirla. Me parece indignante que se abrace al criminal, que Sicilia pida que se pacte con los que mataron a su hijo, me parece que pedir que se abandone la lucha contra los grupos criminales es profundamente irresponsable.
    Repito: no leí la carta de Hurtado en su momento y si me hubieran pedido mi firma la hubiera firmado, aunque con cierta reticencia. Superados mis problemas de trabajo y personales, con mucho gusto y entusiasmo estaré de nuevo participando en la red con mis comentarios. Recibe un abrazo, de Fernando García Ramírez.

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